Siendo el acto de hacer corridas de toros, la tauromaquia ha mostrado ser, en la mayoría de sus aspectos, una actividad cultural que hace parte de la sociedad desde siglos pasados. En sí, ésta busca mostrar un espectáculo, en un todo como vestuario, escenario, faena, entre otros, que pueda brindar espacios de emoción y comunicación por medio del compartir social, en donde se puede aprender de las actividades del trabajo de los ganaderos en cuanto a conducción, encierro y sacrificio de ganado, de una forma cultural.
Las corridas de toros por presentarse en varias fiestas populares y de élites, han sido el blanco para críticas y la creación de grandes polémicas hasta tal punto que, por lograr su abolición, los sectores sociales protectores de la integridad animal se han encargado de crear fundaciones y organizaciones que aportan su idea por medio de la gran cantidad de eventos, sin ánimo de lucro, que realizan alrededor del mundo. Este tipo de entidades se encargan de promover que en si lo que se realiza con esta actividad, es la tortura a un ser vivo.
Así mismo la iglesia católica manifiesta su inconformidad con las corridas de toros y los salvajismos que se cometen con el animal y el ser humano. Desde 1957 hasta estos días, según el Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Gasparri “La iglesia continúa condenando en voz alta, como lo hizo la Santidad de Pío V, estos sangrientos y bochornosos espectáculos”. La iglesia, por medio de la palabra, expresa a los feligreses las faltas que esto incurre a la religión.
La verdad, ¿en que creemos?. Expertos indican que la raza de toros, raza pura, son específicamente para actividades de lidia; es decir, que esta clase de toros fueron creados y domados por eso y para eso. Según la Real Academia Española, en su vigésima versión, define tauromaquia como el arte de lidiar toros. Ésta actividad que va más allá de la sangre y que se ha convertido en una tradición cultural nacional en países como España, Francia, México, Ecuador y Venezuela, es un tipo de trabajo igual o muy similar a las peleas de gallos, el coleo, la vaquería, entre otros a nivel mundial.
Definirlo como bueno o malo y tratar de conseguir su abolición, cuando está de por medio la cultura, no sería muy propicio porque hace parte de las pasiones de la mayoría de personas de todo un país, y siendo democráticos, los derechos y actividades de la mayoría no deben ser perjudicados por minorías. Por otra parte, hay que evolucionar y buscar alternativas que puedan llenar estos vacios sin que le hagamos daño a seres indefensos que han sido creados para vivir.